jueves, 30 de junio de 2016

RECUERDOS DEL RÍO MAGDALENA Y DE MI PADRE: enseñanzas de pesca.

RECUERDOS DEL RÍO MAGDALENA Y DE MI PADRE: Enseñanzas de pesca. 
Retrotraer el tiempo ha sido mi ejercicio preferido y cuando esos bellos recuerdos positivizan la vida, es saludable siempre animarlos y llevarlos al presente. Era un niño cuando fui de pesca por primera vez al Río Yuma, con mi padre. Fuimos de pesca esa noche, y él juró que jamás lo volvería hacer porque la mejor pesca sin peligros, acontece comprando los bocachicos, a los pescadores del Río Grande de la Magdalena en el Puerto de las Damas. Mi padre había comprado una atarraya a un gran amigo y vecino del Barrio La Toma, Don Armando Charry López, un aguerrido liberal, nacido en las nobles tierras petroleras del municipio de Aipe y en ese tiempo, empleado de la rama judicial, hoy hace varios años, lamentablemente fallecido, dejando entre su estirpe dos brillantes abogados: Elcy, ex magistrada y Armando, litigante. Viajábamos en un Jeep cuyo motor de ruidos alegres, soliviaban las pesadumbres del viaje, era un carro viejo de propiedad de un amigo de papá, llegamos como a las once de la noche a la plaza roja y liberal de Campoalegre. El río parece apacible pero en realidad es un toro enemigo rabioso, decía mi sabio padre, luego agregó, voy enseñarte dos cosas: La primera a pescar y la segunda a decir siempre la verdad, hiera, ofenda o duela. Por la cortedad del tiempo empezaré por la primera : las enseñanzas de la pesca, arte en la que mi papá era un maestro.
Primero ante todo, dijo, una vez estábamos subidos en la canoa, tienes que aprender a remar, de tal manera que ésta noche no vas a aprender otras cosas que remar, remar y remar, y a dominar la vara. Nunca he podido olvidar sus enseñanzas para hacer virar la canoa a la derecha o a la izquierda, como avanzar contra corriente y como frenarla. Mi viejo era feliz pescando y echando cuentos, decía que para tener suerte, primero teníamos que invocar a Príapo, un dios romano menor de la pesca, de las abejas e incluso del vino. Sin el augurio de él (del Dios Príapo), no se le puede robar nada al río, decía, que la mejor pesca era la nocturna, porque los peces estaban quietos y descansando en las orillas, especialmente en los afluentes y que los mejores días eran los recomendados por el Almanaque Bristol. Solía afirmar: no pierdas tiempo pescando en noches de luna, porque en noches claras el pescado ve a su depredador o a su pescador, en el reflejo del espejo de agua: ni con las mujeres se juega ni con el río crecido se pesca, por que en la turbiedad el pescado no sale y con las mujeres es tiempo perdido. La mejor época es el inicio del invierno, pero no se recomienda pescar ni enemistar a la suegra durante la tempestad, por los peligros obvios que entrañan.
Íbamos remando cuando mi padre dijo en su lenguaje mudo dio una orden de detener la canoa, estábamos en un bolsillo de agua, que no es otra cosa que un remanso apacible, a la orilla del río, sitio especial de descanso del bocachico plateado, mi padre hunde su mano como queriendo acariciar suavemente el agua quieta y luego se lleva dos dedos a la boca como saboreándola y nos dice: hay 50 bocachicos, tiró la atarraya capturando 26 bellos especímenes, en la segunda tirada cayeron los otros 24. Parecía un acto de magia y adivinación, pero son los conocimientos ancestrales, aprendidos de tradición Más adelante como 40 minutos después, en la oscuridad de la noche, mi padre da orden de frenado de la canoa, y en forma ceremoniosa hunde su mano derecha en el remanso y la lleva a su boca dos dedos, como para saborearla gustosamente y nos informa: capturaremos 7 hermosos patalóes, lanza la atarraya, con la prodigiosidad del verdadero sabio y sin sorpresas y sin asombro, relucen sobre la canoa 7 increíbles ejemplares. Padre le dije anonadado, ¿ cómo sabes al probar el agua, que clase de pescado y cuánto es el número de la manada ?. - Sixto Alfonso, tocayo no seas pendejo, no digas manada, que no estamos lidiando ganado, recuerda que ya te enseñé a reconocer el olor de la leche cruda caída en los potreros, antes de hablar consulta con tu cerebro, por favor repita: Cardumen, es un simple banco de peces o reunión de cosas. Estas bellas cosas recuerdan a mi querido profesor y Cirujano Antonio María Salgado Alvarado, Antonio Salgado A, todo un señor en las artes del bisturí y en la sabiduría del buen decir, del buen escribir en el lenguaje castellano. Siguió mi padre - tu abuelo Timoteo Páramo Guaque, también era pescador y él en su bastedad donó a mi nombre, poco a poco, los secretos que guarda el agua de los ríos a sus pescadores-. No calló el secreto para contarlos - Para cuantificarlos matemáticamente el total de unidades de un cardumen, se debe mirar bien en silencio el espejo de agua del remanso, se cuentan los ojos que relucen y no relucen como las colas que menean y no menean, finalmente se divide exactamente por tres, agregando luego el residuo, eso sí, sin contar las ninfas de sus aguas..
Al principio les dije que estos recuerdos corresponden a la primera vez de mi experiencia en la pesca y a la última de mi padre, porque esa noche, al terminar la faena y estando en el sitio conocido como Alto de Golondrinas (Villavieja), opté por zambullirme en tan corrientosas y peligrosas aguas del río Magdalena o Yuma, con la sorpresa que fui tocado por un Temblón, que gracias a las virtudes rescatistas de mi padre, pude sobrevivir, fueron 800 voltios que no pudieron aniquilar mi existencia. Desde esa fecha y por siempre mi padre decidió jamás volver al hierático río, eso sí pescando en las ventas populares de la orilla donde el río besa nuestra ciudad de la Inmaculada, Limpia y Pura Concepción de Neiva.
Bueno, ya después les contaré como aprendí de mi viejo a decir siempre la verdad, hiera, ofenda o duela. Autor Plinio Pindalú Piña

miércoles, 29 de junio de 2016

EL TRÁGICO DIOMEDES DÍAZ Y LOS DIOSES GRIEGOS

Algo hermoso que envidio de la cultura griega es su religión y es que lo que pasó en la Grecia antigua es un fenómeno realmente extraordinario, los griegos disponen de una libertad de pensamiento de la que carecían la mayor parte de los pueblos de la antigüedad. En Grecia no nos encontramos con un texto sagrado, una Biblia, un Corán, un Rig-Veda ni nada así, con relación a lo cual ningún griego pueda ser hereje; desde desde luego que su religión está expuesta por escrito, pero por los poetas: por Homero, por Hesíodo y por otros que se me escapan, cada cual tiene su versión y nadie puede ser hereje con relación a un poeta, como ningún colombiano lo puede ser de García Márquez o de Rivera Salas. . Debemos considerar también otros hechos: el hecho de que la religión griega sea muy poco represora, ni con la premisas de portarse bien para lograr el cielo, también tanto en relación al conocimiento, como a la sexualidad; por ejemplo, los dioses griegos están muy lejos de dar buen ejemplo, como no se lo podíamos ni podemos pedir a Diomedes Díaz Maestre y en cuanto a ese respecto: el señor Zeus como Diomedes Díaz, anduvo y anda disfrazado de cisne, de toro o hasta de lluvia de oro en todas sus correrías al escondido de su esposa Hera o de Patricia Acosta Solano, siendo el más alto del Olimpo o el máximo ídolo vallenato, los otros le siguen desde luego su ejemplo ( o mal ejemplo, para darle gusto a los moralistas); y mientras unos pelean por eso y se enfurecen, suena la risa de los dioses en la colina del Olimpo, porque los otros se ríen entre tanto. Dioses que ríen, dioses que gozan, es un fenómeno que para la mentalidad judaico-cristiana no deja de ser extraño. Pero sobre todo, dioses que no reprimen, al contrario, en lugar de ser culpabilizadores, los dioses griegos sirven para disculparse. En La Odisea, por ejemplo, Telémaco sale en busca de su padre y uno de los primeros sitios donde llega es a la isla en que se encuentra Helena (la que formó aquel lío de la guerra de Troya cuando se fue con Paris y que les comentaré en estas vacaciones de medio año, alejado de mis estudios de  derecho), esta Helena le dice tranquilamente a Telémaco: “Pero yo no tuve la culpa, un dios (Eros) me lo inspiró”; es decir, la religión griega lejos de ser culpabilizadora, sirve más bien de disculpa, ese es un rasgo supremamente interesante. Encontramos igualmente el hecho de que puedan convivir al mismo tiempo las doctrinas más opuestas y que cada cual busque sus adeptos libremente: Heráclito, Parménides, por otra parte Empédocles y por otra Anaxágoras, y nadie puede declarar al otro hereje, enemigo o terrorista, con relación a algo; esto es un fenómeno muy inquietante porque es lo que obliga progresivamente a probar; a demostrar, a hallar el porqué. Cuando no se puede salir del paso con una cita de un texto sagrado o de un gran profeta, cuando no se cuenta con los perniciosos auxilios del Espíritu Santo que declaró la verdad de una vez y para siempre, entonces hay que demostrar. Ese es el ambiente griego y por eso la filosofía surge en Grecia, porque allí está la exigencia de la demostración. Pero también son condiciones que tienen su costo: la angustia griega. Esto es algo muy particular; porque Grecia también tiene una forma de existencia que permite elaborar la tragedia, precisamente porque es una existencia trágica. No es una casualidad que ellos hayan hecho la tragedia, hayan producido a Sófocles, a Esquilo y a Eurípides, y en  nosotros a Pablo Escobar, a Uribe o a las BACRIM, es que su existencia misma es trágica: la tragedia griega y la colombiana es el costo de la libertad. La tragedia es un resultado de condiciones donde no existe una referencia absoluta. Vamos a hacer una comparación para que quede más claro: Comparemos el fenómeno trágico griego con un fenómeno de una existencia no trágica como por ejemplo, el del pueblo judío o cualquier otro pueblo como el huilense, el caqueteño o el chocoano víctimas de la geografia de la furia. Primero quiero definir trágico: lo estoy tomando en el sentido que le da Hegel en el segundo tomo de La historia de la filosofía, un capítulo que se llama “Las vicisitudes de Sócrates”, donde Hegel explica qué entiende por trágico. Resumo brevemente lo que él dice: Un hecho trágico, un acontecimiento trágico, una forma trágica de existir, sólo ocurre cuando se encuentran dos potencias igualmente válidas y no logran una síntesis. En este sentido no debemos confundir trágico con triste, ni con espantoso. La muerte de un niño que es muy amado por todo el mundo es un fenómeno extraordinariamente triste y espantoso; la injusticia que se comete contra un santo o contra un justo cuando se lo tortura y se lo masacra es extraordinariamente triste, pero no hay nada trágico allí, es decir, no existe el drama de dos potencias válidas encontradas; hay una potencia válida: el justo, y otra que no es válida: la arbitrariedad de los torturadores; existe un poder arbitrario absoluto y entonces la consecuencia es algo muy triste. Lo que llamamos trágico es distinto: es cuando dos potencias igualmente válidas se enfrentan y no pueden encontrar una síntesis. El caso de las vicisitudes de Sócrates que da Hegel como ejemplo y de donde saca su teoría de la tragedia, muestra que Sócrates defiende un punto de vista que es esencial al racionalismo: el punto dé vista de los derechos de la conciencia. A Sócrates como a Diomedes Díaz  no se le puede acusar de un delito particular, de haber violado una ley de Atenas o de Valledupar, su crimen en cierto sentido es ninguno, y en otro sentido es mucho peor que la violación de una ley cualquiera. Viola acaso Sócraaates el fundamento de las leyes cuando predica que acatará todas las leyes de Atenas desde que él las considere justas; pero esa salvedad, “desde que las considere justas”, es decir, sometida la ley, la objetividad de la ley, la validez de la ley a la conciencia, al criterio de la conciencia, al principio de pensar por sí mismo, que es el principio primero del racionalismo, eso no lo puede tolerar la ley. El problema de Sócrates propiamente hablando no es con la religión, es con la legislación, con las leyes, porque su posición es un principio subjetivo y la ley no puede aceptar ser relativa a un principio subjetivo. Igual acontece con Diomedes Díaz, que ascendió y en el firmamento, hecho que  resume su vida: DIOMEDES EN VIDA FUE AL CIELO PERO SE DEVOLVIÓ, como lo hizo El Palomo Usuriaga, Pambelé y el poeta Fayad. No por ello podemos afirmar que la vida de Diomedes Díaz fue trágica por que en ella no se encontraron dos potencias  el canto ( potencia válida y la droga (potencia no válida) y no lograron una sintesis diferente a la derrota, sisma o caída. Como Diomedes Díaz no hay dos -dice la gente en La Junta y Valledupar-  no nace ni nacerá, si nace, no se cría y si se cría se vuelve loco.

lunes, 20 de junio de 2016

A LA MUERTE DE RUMICHACA

A LA MUERTE DE RUMICHACA
(Neiva * 28/04/1911 + 18/06/1986)
Un viejo alto, conversador y flacón,
de bigote frondoso y nariz aguileña,
cubría su cabeza con sombrero alón,
así era y conocí a El rey del Rajaleña.
El indio José Antonio Cuéllar Meléndez
bohemio, industrial, de rajaleña jocoso,
tambor de oro, música de brillantez,
de lenguaje perspicaz , de canto valioso.
Vivía en el Barrio Ventilador,
con grasas y sebos inventó aditivos,
que cubrían las carpas: Paceikol,
se usaba en los zapatos de lustrador.
Sus coplas nunca fueron groseras,
porque el doble sentido era por el ron,
dejaban enseñanzas, con sarcasmos,
criticaba gobiernos y cultivaba folclor.
Viejo trovador, lleno de ilusiones,
dejó siete semillas de amor,
folclorista que toco la guagua,
la carrasca, la guitarra y el tambor.
“Soy hijo de campesinos, -solía decir-,
y de ellos aprendí a conocer el valor
de la tierra y del paisaje; me enseñaron
que el campo es un abrazo de la creación".
Rumichaca fabricante de instrumentos
y defensor de las opitas tradiciones,
motivador cultural de campesinos ancestros,
con sus coplas y licor expresaba sus lamentos.
Se ha apagado su vida y rebeldía
pero jamás se apague su tambora,
su canto y su mordaz rajaleña,
ni el postrer 18 de junio, su última hora.
Sixto Alfonso Páramo Q.
Junio 19 de 1986

ANATOMÍA DE LA MIRADA Y EL DIAGNOSTICO CLINICO

La mirada es la exportación de lo material e inmaterial del ser humano. Un niño, un joven, un adulto y un anciano no puede impedir que su mirada delate la aquiescencia interior que almacena premeditadamente sus neuronas, sus miocitos, sus neumocitos, sus nefronas, sus células retinianas, ni su iceberg ondeante limítrofe de sus personalidades, de su equilibrio mental. La mirada no es la pupila, para analizar la mirada debemos en primer lugar analizar el rostro, las cejas, las pestañas, todo en un conjunto con el ojo y sus partes. He aprendido a mirar mis pacientes y lo aprendí de los semiólogos, de los neuroanatomista y neurólogos de la vieja guardia,: mis maestros , hoy mis profesores ya pensionados, de esos que miraban la huella del toro y sabían en la pisada si tres días antes habían enamorado una vaca. Mi padre no era medico y me decía que para observar a un paciente cerrara mis ojos, mi padre que era maestro de construcción, era también yerbatero y sobador y lo sabía todo de sus pacientes, con solo escucharlos con los ojos cerrados.

domingo, 19 de junio de 2016

ANTE UN RIESGO HAY QUE SER PRECAVIDO

En el camino de aprender algo en la vida, mi padre me enseñaba casi todo con brocardos latinos, con dichos y refranes, finos y pulidos. Una vez me dijo tocayito échese un refrán o exprese alguna idea que le sirva a la vida o a la humanidad, que encierre una enseñanza. Entonces con mucha confianza le dije padre le tengo una: "SI UNO SUPIERA QUE SE VA A CAER, UNO ANDARÍA DE CULO". Mi padre en forma calmada me dijo, esa frase se puede pronunciar en un buen castellano como : ANTE UN RIESGO HAY QUE SER PRECAVIDO, luego tomó su correa y me la lanzó por mis lomos dándome soberano castigo, criticando que jamás se puede enseñar con palabras groseras. Estaba muy niño y se me vino esa frase que me costó unos correazos y por supuesto una traducción decente de mi padre

MI ANTIGUA NEIVA

MI ANTIGUA NEIVA
Esta historia muy neivana, sucedió cuando uno podía sonreír y caminar por las calles con las manos fuera o dentro de los bolsillos, cuando los limosneros no pedían plata, cuando una casa con bombillo rojo en la noche era señal de diversión. Eran tiempos bellos, cuando los ladrones atracaban con pundonor, robaban, pero no mataban, en las tiendas se fiaba y al zapatero de la cuadra las niñas le pagaban el arreglo de los tacones dejando cogerse los coditos lascivamente. Era la Neiva que había dejado el autoferro, pero que apenas había llegado la empresa Coomotor. No era la Neiva de ahora, donde los ciegos ven lo que se les da en la limosna, cuando el adúltero madrugaba para llegar a su casa, pero no para ir a la misa. Entonces era una ciudad apacible, veía pasar todos los días, por la Avenida La Toma, a la Sildana, una anciana que vestía de soldado, pues su hijo había muerto en esta fratricida guerra de sesenta años, vivía en el Batallón Tenerife, iba al Parque Santander y cuidaba de un pequeño zoológico, que era la atracción de niños. Era la Neiva linda de mis recuerdos, cuando los mongólicos eran gordos, los curas pecaban, pero con mesura y las suegras eran menos mañosas. Eran los tiempos de cuando en El Pasaje Camacho se vendía la mejor fritanga del país y no se mataban a los hinchas del Artrítico Huila. Una Neiva sin disculpas, con Puente Torcido, con El Pez que Fuma, con el Café Real, con El Taurino, con la Plazuela de los Sapos y con la bruja Encarnación Cometta. En el barrio de Ventilador no se contaba con parques ni con ciudad de hierro, pero si con la gracia y las payasadas de Pomponio (protegido de los Rubiano) o el tonto Olivo, de la familia Núñez Silva y qué no decir del tonto Oidén el hijo de la señora Luz Moyano. Conocí una señora, a la que se había muerto su única niña y quedó loca por ese motivo, le decían "Se le murió la niña" y a correr se dijo, porque esa loca sino lo alcanzaba a uno, lo lograba con su puntería para las pedradas, a mí me descalabró varias veces. No se si los vecinos del barrio la Primavera, o Barrio la Toma, conocieron una señora que se llamaba Hortensia Rivera, era una loca que decía ser la hermana menor del bardo José Eustacio Rivera Salas, un día se acostó a las orillas de la quebrada de La Toma y ésta crecó y se la llevó, la salvaron don Marco Tulio Avilés (padre del Dr Gerson Avilés) y mi papá, desde ese momento la loca Hortencia bebió tanta agua, que la quebrada no volvió a crecer..se la bebió toda.
Recuerdo al doctor Plinio Pindalú, un personaje pintoresco que nadie sabía si era loco, inteligente o retrasado mental, frecuentaba el Parque Santander para dialogar estentóreamente con los transeúntes, pues jamás aceptó que le dijeran gritón, decía “Todos los animales somos iguales”, “Pegarle a una mujer es el primer signo de homosexualidad”, cuando la policía intentaba dominarlo para sacarlo del parque, por insultar al gobernador o alcalde de turno, gritaba: “Acepto irme del Parque, pero si me dan las llaves de la Gobernación”. Era el Plinio polémico e intransigente, regañón a quienes que todos les ponían cuidado a sus peroratas. Una vez quiso ser cuerdo y posó como tal, pero ya estaba en el manicomio.