miércoles, 8 de abril de 2020

La Muerte de mi padre

RECUERDO DE LA MUERTE DE MI PADRE
En la adolescencia, vivía con mis padres en la vieja casa del barrio Ventilador, en Neiva, casa que mi  padre Sixto Páramo Moreno  construyó. Me quedó grabado para siempre aquella noche cuando le vi tan alegre, cantó viendo el programa televisivo "Tierra Colombiana" dirigido por Eucario Bermúdez, se acostó contento esa última noche.  Mi padre se sentía bien, sus fuerzas no lo habían abandonado y parecía como si su alma estuviese por partir, pues esa noche nos había dicho que quería morir como los pajaritos: acostarse alentado y que un infarto lo sorprendiera, que la muerte fuera corta, sin dolor prolongado, ultrarrápida y así fue de real su vaticinio, nunca lo vimos enfermo. Fue al lado de mi madre, que su cuerpo fue alejándose de su calor, tornándose  moribundo.  Dormido  le sobrevino un dolor intenso en su corazón, intenso como  su quejido que le hizo levantarse,  se tocaba  su pecho, miraba ansioso hacia todas partes, sudaba y su rostro pálido y labios violáceos  pronunciaron la frase dirigida a mi madre: "Esto es definitivo" y eran el anuncio de un infarto agudo de miocardio fulminante,  serio y  letal.
Cuando se dio cuenta que moría, hablaba al oído de mi madre, luego tomó mi mano y susurró, con sus muy pocas fuerzas me ordenó que algún día fuera hasta su pueblo natal de Piedras, cerca de Ibagué, en el departamento del Tolima. Me pidió que visitara las playas del Río Opia, único en Colombia con ostras de agua dulce, que llegara hasta una casita blanca de bahareque donde él vivió con mi abuela Cervelia Moreno Troncoso, que era un lugar muy hermoso para sus recuerdos. Me dijo que allí encontraría  su alma feliz, reposando sobre la línea azul en el horizonte del río.. 
Y luego, sumergido en los dominios de esas fantasías, de aquellos paisajes alegóricos a la belleza primigenia, donde el río le suspiraba grandes alegrías y las olas se deslizan cantando sobre ellas las espumas que van  terminando en la arena blanca y parda, que lo habían trasladado lejos, muy lejos,  pero que él describía cerca y muy cerca, proyectándose sobre su cuerpo los rayos sombríos de la muerte.
Remembranzas de mi padre, quien me enseñó desde niño que además del palustre, el agua, la arena y el cemento, es decir después del trabajo arduo - me dijo- solo la lectura te hará independiente y feliz, al menos en la geografía amada de tu conciencia.

No hay comentarios: