RECUERDOS DE INFANCIA Y DE UNA NINFA QUE ME TOCÓ EL CORAZÓN.
Quisiera que no hubiera dolor, nostalgia ni cáncer; que la vida fuera siempre suave como pelar una mandarina, es decir fácil. Recordar como caminar por un riachuelo descalzo, como lo hacía en mi infancia por la quebrada La Caulla, que separa mi barrio Ventilador con el barrio San Martín y Alfonso López Michelsen, me hace feliz. En este último barrio, vivía una ninfa muy bonita de cristina y cerquera belleza, compañera de estudios de mi hermana Yanith, vivía en una calle torcida, de cara delgada, tez morena clara y talla alta. Toda mi vida he vivido enamorado de ella, alguna vez vi brillar sus ojos en una mirada hacia mi, intenté ligarla a mi vida, pero solo aceptó mi amistad. Jamás le he preguntado por que no, aunque siempre me llama su príncipe. Es una bella dama que nunca me dijo sí, y que no pude convencer. Como pretexto de pasar por el frente de su casa, argumentaba que iba a admirar la naturaleza de su barrio, sin ir tan lejos, era por llegar a esa casa, aprovechaba para ir a la escuela Juan de Cabrera, a coger picalones, sardinas y cuchas, en aguas claras y transparentes, cazábamos torcazas con caucheras y todo para freír en la paila.
Quisiera que no hubiera dolor, nostalgia ni cáncer; que la vida fuera siempre suave como pelar una mandarina, es decir fácil. Recordar como caminar por un riachuelo descalzo, como lo hacía en mi infancia por la quebrada La Caulla, que separa mi barrio Ventilador con el barrio San Martín y Alfonso López Michelsen, me hace feliz. En este último barrio, vivía una ninfa muy bonita de cristina y cerquera belleza, compañera de estudios de mi hermana Yanith, vivía en una calle torcida, de cara delgada, tez morena clara y talla alta. Toda mi vida he vivido enamorado de ella, alguna vez vi brillar sus ojos en una mirada hacia mi, intenté ligarla a mi vida, pero solo aceptó mi amistad. Jamás le he preguntado por que no, aunque siempre me llama su príncipe. Es una bella dama que nunca me dijo sí, y que no pude convencer. Como pretexto de pasar por el frente de su casa, argumentaba que iba a admirar la naturaleza de su barrio, sin ir tan lejos, era por llegar a esa casa, aprovechaba para ir a la escuela Juan de Cabrera, a coger picalones, sardinas y cuchas, en aguas claras y transparentes, cazábamos torcazas con caucheras y todo para freír en la paila.
Era así mi vida de infancia y adolescencia, combinada con el estudio, estar enamorado y tener amigos pobres igual que nosotros. Caminando descalzos por las quebradas sin cortarnos los pies, eran amigos que nunca fallaban. Andábamos descalzos por antojo jugando al trompo, hechos de palos de guayabos, jugábamos al fútbol con pelotas de trapos, en las navidades las empapábamos de gasolina y las pateábamos prendidas, con riesgo y diversión. Recuerdo que todos los vecinos por pobres que fueran mataban el marrano para los convites del San Juan y el San Pedro, se pasaba la prueba de asado y bizcochuelo de casa en casa.
Se estrenaba ropa para febrero al iniciar las clases de colegio o escuela, para el San Pedro y para las Navidades, y siempre nos daban avío para el recreo escolar. Estudiaba en la Escuela Ángel María Paredes y los domingos teníamos que asistir a misa a la Iglesia de San José, con uniforme de impecable color blanco, estaba el Padre Antonio Parra Segura, corría el año 1973....... éramos muy felices sin necesidad de tener plata. Plinio Pindalú.
Se estrenaba ropa para febrero al iniciar las clases de colegio o escuela, para el San Pedro y para las Navidades, y siempre nos daban avío para el recreo escolar. Estudiaba en la Escuela Ángel María Paredes y los domingos teníamos que asistir a misa a la Iglesia de San José, con uniforme de impecable color blanco, estaba el Padre Antonio Parra Segura, corría el año 1973....... éramos muy felices sin necesidad de tener plata. Plinio Pindalú.
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