lunes, 16 de enero de 2012

EL DOLOROSO PARTO DE ROSITA

Estaba cumpliendo mi servicio rural obligatorio, en la vereda Triunfo II, vereda del Municipio de San José del Guaviare, en esa época para un médico  no había noches oscuras ni ríos crecidos, cuando se tratare de atender un paciente. Era las dos de la madrugada de una noche lluviosa, cuando me despertó Brisa Marina Diaz Melo, una auxiliar de enfermería inteligente y bella como ninguna otra en el mundo, pues inteligencia y belleza son cualidades que raras veces confluyen en un mismo ser,  siendo ésta excepción, porque Brisitas, como era que la llamabamos, nos enseñó y nos enseña, que es amar al prójimo, que es responsabilidad y como debemos ser de calidosos  los prestadores de servicios de salud en el campo y en la cudad. Me dijo levántate médico. que ha llegado una consulta de urgencias. Una vez me arreglé sali de mi aposento al consultorio, entró Brisitas y me dijo: -Esta consulta es una urgencia y la señora Martha ha traido un caballo para Usted y una mula resabiada para mí, porque a la paciente hay que ir a atenderle el parto allá en la hacienda-. No había nada que hacer solo obedecer, eran tiempos tan  llaneros que hasta para matar un tigre había que fumar tabaco y nos montamos en las bestias, porque el asunto era casi llegando a la inspección de TRES TEJAS. Cerca a la  finca de don Luis Antonio Castro,  mi pobre caballo comenzó a dar  bramidos lastimeros, pues para esa época ya empezaba este jinete a ser robusto, y pasando  una quebrada,  me fuí a hacia adelante, halé demasiado el freno y el caballito corcoveo y parado en sus dos patas me tiró al charco, cayéndose el instrumental del parto  a la quebrada barrosa. Móntese y siga, que ese instrumental lo recuperamos mañana, dijo Brisitas. Llevas otro ? le pregunté, me dijo: No, traje uno limpio pero no esterilizado. Le respondí que eso era como tener mamá, pero muerta, a lo cual ripostó no sea así, que toda la vida se ha atendido partos y las esterilizadoras son un invento nuevo. Con ese frío y con esa lluvía doña Martha me dijo, permitame que lo formule Doctor y me pasa un trago de Aguardiente Llanero en un pocillo chocolatero lleno, que al instante me quitó el frío, me hizo arder la garganta y me encrispó todos los  pelos.  No  había pasado cinco minutos de esa quemazón de  garganta , cuando la señora Martha, se me enoja porque enseguida no tomaba otra "copita" de trago. Le dije señora, recuerde que voy como médico a atenderle un familiar y se me quedó muda, se dirigió a Brisitas diciéndole cosas al oído. Cuando llegamos a la hacienda, marcaba el reloj de mi pulsera, las tres y media de la mañana y al preguntarle  donde estaba la paciente, me dijo doña Martha, dirijámonos al establo de enfrente.  - Señora, como me va a tener usted la paciente en un establo (mi inocencia era pura) y me responde Brisitas: -Doctor es que  la paciente es Rosita, una vaca de la señora Martha-  Me acerqué al oído de Brisitas y le dije: Usted me trae para esto? me respondió en voz tenue: Doctor aquí en el campo toda consulta es consulta, no importa que sea humana o animal, ella es una de las 10 esposas del Comanadante Rosendo del VII Frente de las FARC y si no atiende este parto que le quedó grande a don José Mora, usted no vuelve a disfrutar de esas bellas y hermosas fiestas de San Juan y San Pedro en el Huila y menos probar de nuevo esos deliciosos biscochos de achira, ruegue que no vaya a quedar ni discapacitado ese becerro, porque ese Comandante es bastante malgeniado. Con el susto todo salió tan bien que si esa atención de parto no hubiese sido exitosa, de esta anécdota no se tendría ningún conocimiento.
Sixto Alfonso Páramo Quintero

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