martes, 5 de julio de 2016

RELATO DE CACERÍA: Solo debe haber miedo ante un hombre armado de ignorancia.


En cierta ocasión caminaba junto a mi padre, con Vitautas Kosarinas un amante de la cinegética, por unas zonas agrestes circundantes de Pericongo, muy cerca de Timaná, íbamos los tres con los pertrechos listos, con la compañía del silencio y los ruidos propios de las noches tenebrosas de un viernes de caza. (Eran los días finales del mes mayo del año de 1968, estábamos por Timaná en la reconstrucción del Templo de ese bello municipio, con los arquitectos Vladas Vasiluaskas "El Grande de Lituania" y Vitautas Kosarinas, también lituano, contratados por el Padre Agustín Sierra). Habíamos convenido los tres cazadores, que hablaríamos solo con los labios sin pronunciar sonido alguno y que nos comunicaríamos únicamente leyendo los labios, para no ahuyentar los venados, las dantas y los conejo y uno que otro zaíno. En un recodo del laberinto verde, escuchamos entre el chocar de las aguas frías del Magdalena contra las peñas, el sonido onomatopéyico de una fiera desconocida, le pregunté a mi padre por la arisca mefistofélica y le leí que era una osa en celo, Vitautas preguntaba con el movimiento rápido de sus mudos labios, pero mi padre no sabía leer lituano en el papel y mucho menos en los labios rabiosos de un extranjero que apenas no podía darse ni a entender, pues solo dominaba 6 palabras del español. Sentíamos sin verla, que la fiera nos iba a atacar y el miedo crispó todas las fibras de nuestros nervios y cuerpos. Un riachuelo pequeño de aguas amarillas y calientes rodó, haciéndose visible al humedecer mis pantalones de dril color caqui, como respuesta al miedo infernal. Vitautas Kosarinas incumplió el pacto y gritó a mi padre en un lenguaje combinado entre español, lituano y el tartamudeo de James Rodríguez: " Don Lililissto el ninininiño se se se mi`mimimió". Mi padre un poco enardecido le respondió- aunque soy listo mi nombre es Sixto, preocúpese por la fiera, que lo que el niño Sixto tiene es miedo-. Padre le respondí yo no le tengo miedo a nada, quizá a un hombre bruto y armado. Tocayo, una miada nos ha dañado la faena, se nos han escapado muchos venados y una osa en celo, cosa que perdono, pero que esta noche de caza le quede claro, que tienes que finamente aprender a hablar, dí que solo le tienes miedo a un hombre armado de ignorancia.

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