miércoles, 29 de octubre de 2014

SOLEDAD Y MIEDO

SOLEDAD Y MIEDO
La soledad
y el miedo,
son cobardes
compañias,
horrorizan
si estámos solos,
y emergen
cual hienas infinitas.

El miedo
se agiganta:
con compañía ingrata,
no existe, se va
si de la soledad
me arrebatas
La soledad
fracasa y
se pierde
en la noche,
cuando vas
bajo la luna,
prendida
de mi mano.
.
La soledad,
es sueño suicida
el miedo,
lobo, hambriento:
amor huyamos,
soy tu salida
y besáme
cuando pare el viento.

OTXIS OSNOFLA OMARAP ORETNIUQ

domingo, 19 de octubre de 2014

NO QUIERO SABERLO

NO QUIERO SABERLO

Sí es cierto lo que presiento,
que tu ya no me quieres,
te pido que no me lo digas..
evitame dolor y sufrimiento.

Ya sé que no me quieres,
déjame vivir o sumergirme
en tu mentira que necesito
por fatal y por vital.
No quiero vivir la profunda
inmensidad de tu abandono,
porque tengo la culpa y
la congoja de serte inferior.
Te elevé y me elevaste,
te quiero y me quisiste,
eres siempre mi presente,
a cambio soy tu pasado
Pero no me dejes,
no vivo de tu pasado,
ni de tu presente, solo
tengo tu oportunidad futura.

Sixto Alfonso Páramo Quintero
(Neiva 1961 - London 2050)

A UNOS OJOS GRAVIDOS, AZULES Y AUSENTES

A UNOS OJOS GRÁVIDOS, AZULES Y AUSENTES

Volver a estudiar ha sido
mi accidente feliz
de todas las épocas académicas,
no te puedo olvidar
del primer semestre de derecho
puedo ovidar todo,
pero no sus ojos grávidos,
no su voz ronca y fuerte,
no su impetu por enseñar,
tampoco sus ojos azules,
ni sus derechos humanos,
ni la línea de la historia,
ni la versatilidad de su saber,
no puedo olvidar sus ojos
grávidos, azules y ausentes,
menos su bello pelo rubio,
ojos que marcaron
ojos que distanciaron,
no puedo en estas líneas
marcar su nombre,
pero ella sabe mi admiración,
por sus saberes, me callo
la miro y la recuerdo siempre,
sabe que por su bondad
y carácter nadie la olvida.
Así es mi profesora,
su corazón desnudo es la fruta
que todo hombre quisiera
con el apetito de un caníbal y
la soledad de un náufrago.
Las he visto pronunciar
los nombres secretos
de sus amores,
y ahí nace mi tristeza
porque en su corazón
ni su voz ha dicho el mío.

Sixto Alfonso Páramo Quintero
(Neiva 1961 - London 2050)

domingo, 12 de octubre de 2014

RECUERDO DE LA MUERTE DE MI PADRE


En mi adolescencia, vivía con mis padres en la vieja casa del barrio Ventilador, en Neiva, casa que mi padre construyó. Me quedó grabado para siempre aquella noche cuando le vi postrado y enfermo. Mi padre se sentía muy débil, sus fuerzas lo habían abandonado y parecía como si su alma estuviese por partir, dejando sólo un cuerpo moribundo, siendo el dolor intenso de su quejido en su pecho el anuncio de un infarto agudo serio y final.
Cuando se dio cuenta que moría, tomó mi mano y susurró en mil oído, con sus muy pocas fuerzas que algún día fuera hasta su pueblo natal de Piedras, cerca de Ibagué, en el departamento del Tolima. Me pidió que visitara las playas del Río Opia, único en Colombia con ostras de agua dulce, que visitara una casita de bahareque donde vivió con mi abuela Cervelia Moreno Troncoso, que era un lugar muy hermoso por los recuerdos. Me dijo que allí encontraría a su alma, reposando sobre la línea azul en el horizonte del Río Opia.
Y luego, sumergido en los dominios de esas fantasías, de aquellos paisajes donde el río le suspiraba grandes alegrías y las olas se deslizan cantando sobre la arena parda, lo habían trasladado lejos, muy lejos pero que él describía cerca y muy cerca, proyectándose sobre su cuerpo los rayos sombríos de la muerte.

Remembranzas de mi padre, que me enseña desde niño que además del palustre, el agua, la arena y el cemento, es decir después del trabajo arduo - me dijo- solo la lectura te hará feliz, al menos en la geografía amada de tu conciencia.
Años después , para unas fiestas de un 20 de enero, día de San Sebastián, visité el municipio de Piedras Tolima. Recuerdo que ese día estaban de gozo, celebrando con bailes y misas sus fiestas patronales. A la salida del pueblo, cuando el río Opia besa el terruño de mi padre, por la margen izquierda, divisé una blanca y hermosa casita de bahareque pintada de cal, como si fuera nueva, con una puerta antigua de dos abras, una superior y otra inferior y una ventanita minúscula de colores verdes. Golpee pasito sobre la puerta, desprendiendo sus maderas, gratos sonidos musicales , pero se fue abriendo con la velocidad fantasmal propia de las casas abandonadas. Entré, expectante, la soledad y el silencio solemne me erizaron todo el cuerpo. Miraba los rincones y el techo, el piso y los taburetes, dos cujas, un espejo que dimana una imagen borrosa y gris, que al acercarme se fue saliendo de él, era el alma de mi padre que se acomoda en mi pecho, por ello la llevo grabada en mi corazón. También vi una hamaca, que al mirarla denunciada su desuso de décadas, lo mas deslumbrante estaba sobre una vitrina que en lugar de vidrio tenía un anjeo roto, había un cuadro, con su asa de caulla por encima, voltee el cuadro y con sorpresa aparece una foto antigua de mi padre, tomada en su juventud. Sentí tanto miedo que salí obligado por los nervios el sobresalto Luego. averigüé con algunos moradores de la comarca, que comentan que la casita hace 30 años está abandonada, que las ánimas impiden que entren los ladrones, que la casa no se deteriora porque los espíritus la mantienen contra los siglos y siempre sus paredes blancas.

RECORDANDO UN CUENTO QUE ME CONTO MI PADRE

RECORDANDO UN CUENTO QUE ME CONTÓ MI PADRE
Tocayito -dijo mi padre- quiero que caminemos imaginariamente, quiero que cierre los ojos mientras te cuento ésta historia que me sucedió cuando apenas era un niño, cuando hasta para matar un tigre, había que fumarse un tabaco. Vivía en Piedras Tolima y teníamos como cerca, la rivera izquierda del Río Opia. Una mañana muy temprano, me subí a la canoa que tenía mi padre Timoteo Páramo Guauque, amarrada a una estaca. Estando brincando sobre la canoa, se soltó el nudo que la ataba y quedé solo al vaivén de las olas del río que cada vez me alejaban de la playa y sin la pala para dirigirla. Ya en la mitad del río sabía que podía morir ahogado, por fortuna, cuatro horas después, en la superficie de sus cristalinas aguas, se acerca una gran rama que tomo como canalete, quede finalmente en una ensenada, de barro farragoso, sin saber donde estaba. Seguí un riachuelo - decía mi padre- y luego una bonita planicie. Me puse a buscar entre la hierba y encontré una piedra que decía: "Diego Camilo Chilatra Sánchez , 4 años + 2 meses +2 semanas" , luego otra piedra: Álvaro Uribe Vélez: 0 años + 0 meses + o semanas + 0 dias + 0 horas + 0 minutos + 2 segundos, seguí caminando y entre la hierba me encontré otra piedra que decía:"Eduardo Ríos Eduardo Rios Jovel, 3 años +3 meses + 3 semanas",seguí buscando algo que comer porque ya tenia hambre, encontrando sobre la hierba algo muy parecido a una patilla, la limpie, pero no, era una piedra blanca que decía:Boris Julian Pinto Bustamante 7 años +7 meses + 3 semanas". Paola Tafur: "15 años + 11meses+ 3 semanas", Bueno para terminar este cuento, mi papà se encontró tantas piedras con inscripciones como amigos tengo en Facebook:: Adriana Castillo Ruiz 12 años + 9 meses + 3 semanas; Antonio Salgado A: "14 años +11 meses +3 semanas". Luego escuché con voz alta a mi padre - No se me duerma tocayito, para terminar este cuento- a lo que respondí: Padre no estoy dormido, estoy escuchandote con el método hipnopédico, para que jamás olvidar este cuento y poderlo contar a mis nietos. Entonces mi papá me confundió con Uribe en el debate con Cepeda y la marimacho Claudia López  y me dijo- no se me haga el sabandija, que Usted estaba dormido. Entonces le dije: Padre Usted estaba en un cementerio, que por las edades era un cementerio de niños- No se me adelante que esa idea se me vino de inmediato, pero luego vi una sombra rara en el suelo, seguí la sombra y apareció un abuelo como de 78 años de edad. Prosiguió mi padre:" Le pregunté al anciano y me respondió: Este no es un cementerio de niños, cerca de aquí hay un pueblo llamado El Chapuro City y este es su cementerio indígena, ellos tienen por costumbre que al morir no le colocan la edad sobre la lápida, sino los años, los meses y las semanas que han sido felices, o que han hecho un acto de solidaridad y altruismo o de bienaventuranza llevada a otros.

AL DECLINAR LA TARDE

Al declinar la tarde,
cuando nuestras manos juegan,
creo tener y vivir un mundo fácil,
que por fácil parece aburrido.

Esos besos que no mienten,
no pueden ser besos,
el beso verdadero es de engaño.
Gustar de un amor seguro y fiel,
es de apocados e inseguros,

He escrito Amor y se ha llenado todo
de hondísima templanza,
he escrito hondísima templanza,
y todo se ha llenado de amor.

Sixto Alfonso Páramo Quintero

jueves, 9 de octubre de 2014

MI LARGO CAMINO

MI LARGO CAMINO

Cuando se anunció en mi conciencia,
Que debía emprender un camino,
Que llegase a tu corazón,
Pedí que fuera largo y ambarino,
Que numerosas fueran las mañanas,
Que los segundos fueran de siglos,
Que cortos fueran los pesares,
Pobres,  los emporios de flaquezas,
Ricos como mares, tu sonrisa,
Tus olores deliciosos y diversos,
Tus curvas finas y voluptuosas,
Que premiaran el esfuerzo
De escoger el más largo,
El más largo de mis caminos.


Nadie sabe la riqueza de este viaje,
Que a su corazón emprendió el mío,
Rico es saber en la vida,
Que solo el amor existe,
Cuando es correspondido.
Pedí que fuera largo el camino,
Para regresarme de repente
Si el horizonte se tornara sombrío,
Como en la noche de San Paulino,
En que nació sin llantos,
Este humilde ilusionado,
Un jueves de fiestas, bambucos,
Rajaleñas y torbellinos.



Otxis Osnofla Omaráp O.
(Animoso que quiere ser poeta)